En un entrenamiento reciente, un entusiasta entrenador me hizo partícipe de sus conocimientos sobre nuestros huesos y nuestro sistema muscular. Me asombró su humilde pericia, que me hizo pensar en aumentar la mía.
Los expertos nunca saben lo suficiente en su campo y en el momento en que creen que lo saben, están condenados al fracaso.
He visto a personas que, sin proponérselo, rinden extremadamente bien en su trabajo, pero sufren de un aburrimiento inexplicable.
Un ejemplo de esto es cuando hace poco me hice una cirugía ocular PRK (¡visión correctiva!) y mi médico me hizo zapping perfunctoriamente en los ojos en 10 minutos como máximo.
El multimillonario bostezaba durante el proceso.
Sí, es un experto, pero estaba aburrido y descontento. Aunque el trabajo estaba perfectamente hecho, no había emoción en la consulta ni con su personal ni con los pacientes, ni siquiera mientras contribuía a un proceso que cambiaba la vida.
Mucha gente se limitaba a soportar sus payasadas debido a su rara experiencia, que él despreciaba inmensamente. Puede que sea un experto en realizar operaciones oculares, pero es un aficionado a vivir su vida con éxito.
Sin embargo, el entrenador puede considerarse mucho menos valioso (en términos sociales), pero se gana la vida mejorando a los demás. Su entusiasmo hizo que me entusiasmara no sólo por hacer ejercicio, sino también por aumentar mis habilidades como experto.
La diferencia entre estos dos expertos es la felicidad.
Una persona infeliz está disgustada consigo misma porque hace menos de lo que es capaz. La persona feliz es la que hace más de lo que le pagan por hacer, independientemente del resultado final.
Adquirir experiencia es una tarea fácil si uno se compromete a aprender y a servir de por vida. La falta de pasión es la raíz de todos los males. Si quieres convertirte en experto, puedes cambiar el mundo por el servicio que prestas, si lo haces con alegría.
Un experto es una autoridad especializada. Y lo que es más importante, es un miembro de la sociedad que conoce muy bien su trabajo y ofrece más de lo que su cliente busca con un espíritu dichoso.
La antítesis de un experto es aquel que odia el trabajo para el que es bueno. Son los que arruinan el mundo, a pesar de la cantidad de dinero que ganan o de la gente a la que impactan.
En última instancia, la persona que se sirve a sí misma egoístamente siempre va a perder. Incluso los mejores del mundo pueden fracasar en la vida si odian el trabajo que hacen.
Por el contrario, debes ser un maestro en tu oficio mientras practicas tu deber en el amor. Decide hoy que no sólo serás el mejor en lo que haces, sino que también compartirás con entusiasmo tu experiencia en el amor.
Ramiro Camiña